Desdeño
todo lo que es trabajo, los turnos de ocho horas, los horarios de oficina, no
respeto para nada al hombre trabajador, lo compadezco. Me parece tan insípida esa
clase, la trabajadora. Trabajar toda tu vida y luego morir cansado y aburrido ¡qué
asco! preferiría morir de hambre en un callejón. Y no lo desdeño por qué
no lo conozca, no, yo también he trabajado turnos de ocho horas ¡de diez horas!
El único empleo que he podido sobrellevar es el de repartidor, de lo que sea,
repartidor en moto, no importa el calor, la lluvia, el trafico, los conductores
enojados, los accidentes, nada de eso importa, ni siquiera lo rutinario que
puede llegar a ser el trabajo. Empacador, obrero, ayudante de serigrafía, lava
carros, lavaplatos, cobrador, cajero, jefe de piso, un pelmazo, un pobre
diablo ¿cómo llegar al fin de semana y sentirse orgulloso de sí mismo? ¿Cómo
decir que no a la soga que cuelga del techo? ¿A la caja de pastillas? ¿A la navaja enmohecida?
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