Malditos, los odio, los odio por esa facilidad que tienen para sentirse tan contentos, tan alegres con algo tan estupido y trivial. Gritan, saltan y se abrazan y festejan como si el triunfo fuera suyo, tal vez en parte lo sea y asta se sientan orgullosos de si mismos por lo menos asta que se acabe la cerveza.
Pendejos.
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